Cine de superhéroes: ¿Por qué fallan las escenas de acción?

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En un mundo cinematográfico donde el cine de superhéroes ha dominado la taquilla con sus explosivas escenas de acción, las observaciones de Chad Stahelski, director de la saga John Wick, resuenan con una claridad impresionante. Desde su perspectiva, las películas de este género más a menudo que no son víctimas de una»,» estructura fragmentada en la que las secuencias de acción parecen estar desconectadas de la narrativa principal. Esto genera un efecto de disonancia que no solo perjudica la inmersión del espectador, sino que también diluye el impacto emocional de los personajes. Al final del día, el enfrentamiento entre héroes y villanos debería ser un clímax que refleje la evolución de la historia, pero en muchos casos, se convierte en un mero espectáculo visual sin trascendencia.

Uno de los ejemplos más citados por Stahelski es la épica batalla final de Black Panther, donde la intensidad emocional del relato se ve eclipsada por una sobrecarga de efectos especiales que hacen que la confrontación entre T’Challa y Killmonger parezca más un videojuego que una culminación lógica de la narrativa. Este fenómeno es un claro indicativo de que la acción a veces es tratada como un evento separado, un interludio de entretenimiento que no enriquece la trama ni aporta a la profundización de los personajes. Sin embargo, esta insatisfacción no es exclusiva de Black Panther; es un problema endémico en muchas producciones de superhéroes que subestiman el arte de hilar acción y narrativa.

A diferencia de muchas de estas producciones, Chad Stahelski aboga por que el director sea un facilitador total de la acción y su integración dentro de la historia. Para él, la mejor solución es que los cineastas se asuman como los encargados de diseñar cada golpe y maniobra, ya que esta conexión directa entre el cine de acción y el drama es fundamental para que todas las piezas encajen armónicamente. El propio estilo de John Wick, donde cada secuencia de lucha posee un propósito y un fuerte vínculo con la evolución emocional del protagonista, es una demostración clara de cómo esto puede lograrse con éxito. La coherencia y la profundidad no tienen por qué sacrificar la espectacularidad.

Sin embargo, el horizonte no es tan sombrío. Están surgiendo directores como los hermanos Russo y Destin Daniel Cretton, quienes han mostrado que es posible combinar la espectacularidad de las peleas con el desarrollo emocional de los personajes. Obras como Capitán América: El Soldado de Invierno y Shang-Chi han evidenciado que, si el realizador se involucra plenamente, las escenas de acción pueden ser tan memorables y significativas como cualquier diálogo. Estas excepciones demuestran que el camino hacia adelante no está perdido. Por cada intento de mejorar la coherencia de la acción, también aparecen nuevas oportunidades para que la narrativa del cine de superhéroes evolucione hacia una dirección más equilibrada.

La crítica de Stahelski no se limita a la cuestión técnica o estética; plantea un debate profundo sobre la esencia misma del cine de superhéroes. Al preguntarnos si es posible encontrar un equilibrio entre la narración y la acción, se hace evidente que las grandes películas no deberían elegir entre uno u otro, sino integrar ambos aspectos en una narrativa cohesiva. Este llamado al cambio podría vislumbrar un futuro más prometedor para el género, donde el arte de contar historias se alinee perfectamente con la visceralidad de las escenas de acción. En última instancia, tal vez sea hora de que las producciones de superhéroes escuchen más voces como la de Stahelski y trabajen hacia una nueva era en la que cada maquinación y cada combate aporten al corazón de la historia.

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