La sanidad pública en Portugal, considerada una de las grandes conquistas sociales tras la revolución de 1974, atraviesa una crisis alarmante. Con una notable escasez de médicos y una inversión insuficiente, el Sistema Nacional de Salud, que alguna vez fue motivo de orgullo, se encuentra en una situación precaria. La presidenta de la Federación Nacional de los Médicos, Joana Bordalo e Sá, ha hecho sonar la alarma denunciando el aumento del 20% en la mortalidad infantil entre 2023 y 2024, un dato que refleja no solo el deterioro en la atención médica, sino también un fracaso sistemático en las políticas de salud que han dejado a los ciudadanos vulnerables ante el colapso del sistema.
El fallo del sistema también está atrayendo la ira de los profesionales de la salud, quienes sienten que su trabajo se desdibuja ante la falta de recursos y el creciente desinterés del gobierno por la sanidad pública. Francisco Romão Pereira, médico en Lisboa, expresa su frustración: «Trabajamos sin parar, pero los medios no son suficientes. La falta de personal está llevando a los médicos al límite, y eso, a su vez, afecta directamente a los pacientes.» Muchos profesionales han comenzado a manifestarse, exigiendo no solo un aumento de salarios, sino también mejoras sustanciales en las infraestructuras y la contratación de más médicos.
Las elecciones se acercan, y el debate sobre la sanidad pública se intensifica. Las encuestas indican que el descontento de los portugueses con la situación sanitaria está influyendo en las preferencias electorales. Dudamos entre la esperanza de un cambio y el temor de que la solución pase por la privatización de la salud, un escenario que podría dejar fuera de juego a las familias más desfavorecidas. Los ciudadanos están cansados de soluciones temporales y demandan un compromiso real con el futuro de su salud y bienestar.
Con cada nuevo dato preocupante que emerge, la sensación de que hay un plan detrás de la degradación del sistema sanitario se agudiza. Víctor Honorato, analista político, señala que el aumento de la tensión en hospitales y centros de salud podría servir como un terreno fértil para los intereses privatizadores. «Si el sistema se desmorona, algunos contendientes podrían abogar por modelos alternativos que priorizan el lucro sobre la atención médica universal, algo que todos debemos evitar a toda costa», advierte Honorato.
A medida que se intensifica el debate sobre la sanidad pública en Portugal, la ciudadanía tiene la oportunidad de hacerse escuchar en las urnas. La voz de personas como Débora Santos, quien ha vivido de cerca los problemas del sistema, se vuelve crucial. «No solo hablamos de estadísticas, estas son vidas en juego. Necesitamos que los políticos escuchen nuestras preocupaciones y actúen. La sanidad pública no es un lujo, es un derecho básico,» concluye Santos. El resultado de las próximas elecciones definirá no solo el camino del país, sino la salud y el futuro de millones de portugueses.