Elvas, conocido por su rica historia y su arquitectura bien conservada, se ha convertido en el epicentro del discurso de odio en Portugal gracias a la figura de André Ventura, líder del partido Chega. En un mitin celebrado este 15 de mayo de 2025, Ventura no dudó en lanzar duras acusaciones contra la comunidad gitana de la ciudad, afirmando que su presencia había generado un clima de «terror» en las escuelas. Este tipo de retórica está diseñada para polarizar aún más a la población de Elvas, que en su mayoría ha abrazado las ideas ultraderechistas que promueve Ventura. La retórica del líder de Chega se ha infiltrado en el tejido social de la ciudad, creando divisiones y aumentando la tensión entre diferentes grupos comunitarios.
El aumento del apoyo a Chega en Elvas ha desatado un torrente de críticas y preocupaciones, tanto a nivel local como nacional. Expertos en política y derechos humanos han señalado que el discurso incendiario de Ventura no solo es perjudicial para la comunidad gitana, sino que también plantea un riesgo para la cohesión social en general. En un país que ha vivido un legado difícil en cuanto a sus minorías, la llegada de este discurso extremista y provocador puede desestabilizar los esfuerzos por la integración y la convivencia pacífica. Las palabras de Ventura sirven como un recordatorio perturbador de cómo el populismo puede manipular los temores de la ciudadanía para ganar apoyo en tiempos de crisis.
La campaña electoral de Chega ha encontrado en Elvas un caldo de cultivo fértil, donde las preocupaciones económicas y sociales han sido aprovechadas por Ventura para fomentar el miedo y el rechazo hacia los gitanos. Muchos habitantes del pueblo se sienten atraídos por la promesa de un cambio radical que, según ellos, solucionará los problemas de inseguridad y desempleo. No obstante, todo indica que estos votos se están convirtiendo en un voto de castigo hacia un sistema político que muchos consideran desconectado de sus realidades. La estrategia de Chega apunta a unir a los disconformes en torno a una causa común que, aunque simplista, es efectiva para canalizar la frustración ciudadana.
Frente a esta situación, organizaciones locales e internacionales han comenzado a alzar la voz en defensa de la comunidad gitana de Elvas, denunciando la campaña de odio y división desatada por Chega y su líder. Activistas de derechos humanos han instado a la población a rechazar este tipo de discursos que sólo sirven para engendrar violencia y segregación en la sociedad. Las voces de solidaridad no han tardado en surgir, pero su impacto frente a la popularidad de Ventura y su partido sigue siendo una incógnita. Mientras tanto, la comunidad gitana vive en un estado de inquietud y temor ante las amenazas y hostigamientos que han comenzado a proliferar desde el aumento de la retórica extremista.
Con las elecciones cada vez más cerca, la situación en Elvas refleja una batalla más amplia en la sociedad portuguesa sobre el futuro del país. ¿Se inclinará Portugal hacia una política de inclusión y diversidad o se entregará al miedo y el rechazo a las minorías? La jornada del 15 de mayo fue solo un episodio dentro de una narrativa mayor que ha comenzado a definir la política actual. La respuesta de los ciudadanos de Elvas podría ser decisiva no solo para su municipio, sino para el rumbo que tomará la política nacional en los próximos años.