En un anuncio histórico que marca un punto de inflexión en la prolongada lucha kurda, el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), clasificado como terrorista por la Unión Europea, Estados Unidos y Turquía, ha declarado oficialmente su disolución y el fin de la lucha armada tras más de cuatro décadas de conflicto con el Estado turco. Este desarrollo se produce después de un llamado de su líder histórico, Abdullah Öcalan, quien ha estado encarcelado durante 26 años, a que se dejara de lado la violencia en favor de un enfoque político y pacífico.
Durante el 12º Congreso Extraordinario del PKK, celebrado del 5 al 7 de mayo, los miembros de la organización decidieron poner fin a su estructura organizativa y a las actividades que se llevaron a cabo bajo su mando. En un comunicado difundido, la guerrilla reafirmó que el proceso para concluir con la lucha armada será gestionado por Öcalan, marcando así un cambio significativo en la dinámica de resistencia que ha resultado en la muerte de aproximadamente 45,000 personas desde su inicio.
El congreso reconoció que la lucha del PKK había, en cierto modo, logrado romper las políticas de negación contra el pueblo kurdo, planteando la cuestión kurda como un asunto a resolver mediante el diálogo democrático. Este avance se ha producido en un contexto donde el entorno político ha mostrado señales de cambio, dadas las recientes ofertas de negociación por parte del Gobierno turco y las dinámicas de acercamiento entre diferentes partidos políticos en la región.
El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, ya había anticipado semanas atrás que el desarme del PKK sería una realidad inminente. Se ha observado un giro sorprendente en la postura de varios actores políticos, incluido Devlet Bahceli, líder del Partido Movimiento Nacionalista (MHP), quien ha instado a Öcalan a dirigirse al Parlamento y anunciar el desmantelamiento de la organización, lo cual podría abrir la puerta a un posible proceso de liberación para el líder del PKK.
La carta enviada por Öcalan el pasado febrero, en la que pulsó las nuevas voluntades políticas del país, destaca que el clima actual propicio para las negociaciones ha sido alimentado por los gestos de apertura de Erdogan y Bahceli. En este contexto, la decisión del PKK de disolverse podría representar una oportunidad clave para la paz en una región marcada por la violencia y el sufrimiento por más de cuatro décadas, proporcionando una vía hacia una solución negociada y sostenible para la problemática kurda en Turquía.