Cumbre de la OTAN en La Haya: Detalles y Expectativas

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Los ministros de Exteriores de la OTAN se han reunido en Turquía para comenzar a perfilar los detalles de la crucial cumbre que se llevará a cabo en La Haya a finales de junio. Con la intención de llegar a este encuentro con los deberes cumplidos, el foco principal de la reunión se centra en establecer un compromiso firme sobre el aumento del gasto militar de sus países miembros. Esta cumbre se perfila como una de las más relevantes en años, en un momento donde la presión del gobierno estadounidense, particularmente bajo la retórica de Donald Trump, amenaza con generar tensiones internas dentro de la Alianza Atlántica. Sin embargo, este primer abordaje en Turquía se considera un paso estratégico para evitar los vaivenes que han marcado las relaciones en la última década debido a la postura errática de la administración estadounidense.

La situación del gasto militar en la OTAN es un punto delicado, especialmente para países como España, que aún se encuentra a la cola en este aspecto. De acuerdo con las declaraciones del primer ministro holandés Dick Schoof, la meta a alcanzar es un aumento a un 5% del PIB para 2032, lo que implicaría elevar sustancialmente el gasto actual de España del 2%. Esta tarea monumental podría significar un incremento de 45.000 millones de euros, un esfuerzo que el presidente Pedro Sánchez ha comenzado a planear. A medida que el tiempo se agota, las naciones miembro buscan evitar negociaciones problemáticas y llegan a estas conversaciones con propuestas claras y definidas.

En la línea de trabajo, el secretario general de la OTAN, Mark Rutte, ha propuesto dividir el aumento del gasto en dos categorías: un 3,5% del PIB para el gasto militar directo y un 1,5% para conceptos más amplios de seguridad. Entre estos últimos, se baraja incluir aspectos como la ciberseguridad y defensas contra emergencias climáticas, lo que genera un debate sobre cuáles partidas deben formar parte de este nuevo marco de gasto. Es esencial que estas cifras y propuestas sean acordadas antes de la cumbre, ya que se pretende evitar sorpresas que puedan poner en riesgo la unidad de la alianza, algo que será discutido en la reunión previa de los ministros de Defensa en Bruselas el 3 de junio.

Sin embargo, la presión se intensifica al alinearse Rutte con las posturas de Trump, quien ha sido un crítico incesante de las contribuciones de los países de la OTAN. Para naciones que ya invierten considerablemente en defensa, como Polonia y los Estados bálticos, la tarea de cumplir con el nuevo objetivo puede ser más manejable que para otros países, como Italia o Francia. Este hecho ha creado un debate sobre la equidad de la distribución de responsabilidades dentro de la OTAN, especialmente en un contexto donde el secretismo y las prioridades divergentes han comenzado a marcar la pauta entre los aliados.

Uno de los puntos más candentes que afecta la cohesión de la OTAN es la postura de la administración Trump hacia Ucrania, particularmente tras sus recientes declaraciones que han incomodado a muchos aliados. El desprecio percibido hacia el presidente Volodímir Zelenski, incluso la decisión de no invitarlo a la cumbre en La Haya, ha generado descontento en el seno de la alianza. Los países europeos, que han apoyado firmemente a Ucrania durante años, temen una disminución en el respaldo estadounidense y están buscando formas de revertir esta tendencia. A medida que se aproxima la cumbre, queda claro que los líderes europeos tendrán que articular de manera convincente la necesidad de un compromiso firme hacia la defensa de Ucrania para asegurar la estabilidad regional.

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